martes, 2 de marzo de 2010

Noticias: homenaje a Margo Glantz

Periódico La Jornada
Jueves 25 de febrero de 2010, p. 4

El público tributó a la escritora una larga y cálida ovación en su alma mater
Margo Glantz anuncia su retorno a la cátedra en Filosofía y Letras

Muchas voces resaltaron el poliédrico quehacer académico y literario de la homenajeada

Desde el inicio del homenaje a Margo Glantz, en Bellas Artes, el 31 de enero, hasta las sesiones de ayer en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, uno de los temas recurrentes fueron los zapatos de diseñador, que en la foto presume la escritora a sus colegas Elena Poniatowska y Margit Frenk. También se habló de otros muchos aspectos, entre ellos, la musicalidad y la poética en su escritura



“Prometo que voy a volver a dar clases en la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mi alma mater”, dijo la escritora Margo Glantz a manera de rúbrica durante la clausura ayer del homenaje que recibió durante dos días en su entrañable casa universitaria.
De inmediato el público (colegas, ex alumnos, lectores, jóvenes estudiantes, amigos) se puso de pie para ofrecerle una cálida y larga ovación, y Margo agregó: “espero que la boca no se me haga chicharrón”, bromeó la investigadora.
En una espléndida escuela llena de vida, con alumnos por doquier, paredes tapizadas con muchos carteles combativos, rebosantes de ideas y creatividad, las mesas redondas que se realizaron este miércoles en el Aula Magna de la FFL de la UNAM en honor de Margo Glantz por su cumpleaños 80 se despojaron de solemnidad sin demérito, eso sí, de los análisis acerca de la obra de la sorjuanista.
Trece invitados hablaron de las vertientes literaria, periodística y académica de una Margo Glantz por momentos emocionad, otros reflexiva. Al final de la jornada expresó: “Me encantó escuchar críticas sobre mis textos y entender algunas cosas que yo misma no había entendido; me hacen encontrar que soy un verdadero monstruo porque hago libros espantosos como Saña, pero así soy, entre dulzona y todo eso, como la diosa Kali, sólo me faltan mis cabritas sacrificadas, sacar la lengua y que me pinten la cara de morado”.
La también colaboradora de La Jornada coincidió con Enrique Flores y Mauricio Molina, con quienes trabajó en los años 80 del siglo anterior (cuando fue directora de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes) en la elaboración de los cinco tomos de La guía de forasteros (gran investigación sobre la historia de la vida virreinal), al señalar la necesidad de que se redite ese material, ahora inconseguible: “es ideal como conmemoración de la Independencia, porque se trata de un trabajo estupendo. Sería un verdadero homenaje”.
El milagro de la música
Margo Glantz, quien durante 50 años fue catedrática en la FFL, también agradeció al filósofo Ambrosio Velasco, quien la calificó de “chingona”, a lo cual respondió: “creo que lo soy, y me da mucho gusto que lo diga en voz alta y en esta facultad, él que fue director, ¡me parece maravilloso!”
El encuentro se inició en la mañana con la participación del escritor Eduardo Antonio Parra, quien habló de la intención juguetona de la autora en textos como Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador.
Ex alumna y amiga de Glantz, la narradora Aline Pettersson mencionó la perseverancia de una escritora que en su obra sabe transitar “de las profundidades intelectuales a las espumas de la frivolidad”. Mónica Lavín dijo que los estudios de Margo le ayudaron en la escritura de su novela Yo, la peor; mientras Álvaro García Abreu ofreció detalles acerca de una Glanz crítica literaria, a propósito del ensayo en torno a la novela Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno, “un clásico de Margo que es un ajuste de cuentas entre el mundo de ese relato y el nuestro”.
En su turno, Pablo Espinosa, jefe de Cultura de La Jornada, al explicar la musicalidad que habita en las páginas de El rastro (finalista del premio Herralde de novela) afirmó que en la escritora ese milagro que llevó por igual a Glenn Gould a grabar las Variaciones Goldberg de Bach en el inicio de su carrera, en 1955, y después en 1982, en una versión en la que disminuyó la velocidad en su interpretación, “esa búsqueda de paz interior se repite, ese rastro se vuelve impronta también en la novela de Glantz.
“El asunto va más allá de una mera cuestión de los tempi, para convertirse, tanto en la interpretación de Gould como en la manera de relatar de Glantz, en una hermosísima poética, una maravilla nacida de las manos de los sabios cuánticos. Margo Glantz hace música de teclado y puede ser un Bösendorfer, un Steinway, un Petrof, por igual que una MacCintosh, una Olympia, una pecé, una Olivetti Lettera 22, una MontBlanc. El hecho es que su música suena y nos conmueve y es entonces cuando ocurre el milagro.”
El periodista ofreció dos minutos de música de una grabación de las melodías mencionadas para que el público apreciara lo dicho. Glantz, conmovida, levantó las manos para acompañar la cadencia de la interpretación de Gould.
José María Espinasa, Ignacio Díaz Ruiz, Edelmira Ramírez y Raquel Serur completaron las voces sobre el poliédrico quehacer académico y literario de la autora. La jornada concluyó con una lectura de textos por José Luis Ibáñez y luego el entusiasmo de jóvenes estudiantes que se acercaron a Margo para que les firmara sus libros, ilusionados por la promesa: “regresaré a dar clases a nuestra facultad”.